Lo que me gusta de el Blog es que nadie llega y me comenta algo de lo que escribí y eso me da cierta libertad para fingir que nadie lo lee ni puede reclamarme o aprovecharse de lo que aquí conoce de mí.
Ayer descubrí algo de mí... mejor dicho: lo noté.
Ayer, después de las clases (quiero recordar al "inexistente" lector que soy nuevo en Ing. en Ensenada, B. C.) sentí estrés. Me sentí muy atrasado en conocimientos y me sentí muy inseguro para poder con el paquete. Experimenté lo que siempre me sucede al sentir esta sensación: necesidad de afecto. Me di cuenta de que cada vez que me siento asustado, nervioso, estresado, etc. necesito estar con alguien. Necesito un abrazo... creo que aun no supero la etapa maternal, ¿no? Lo realmente negativo de ésto es que busco a quién abrazar y busco amor. Ayer lo noté y me lo tragué. Ariel (muy buena amistad... masculina, por si hay dudas) me ayudó con su compañía, una conversación sin mucha trascendencia, de temas varios y una buena película ("Memento", muy buena recomendación) y así me liberé de lo que traía.
Es curioso aprender de tí mismo. Es curioso, también, como uno actúa de tal o cual forma ante tal o cual situación y no lo sabe o hasta cree saberlo... pero el espejo casi nunca dice la verdad porque pasa la imagen a través de nuestros ojos (humanos, por cierto) y la imagen real es totalmente distorcionada por nuestro entendimiento e interpretación que casi siempre se equivocan.
¿Por qué no estudié Psicología? Es tan enredado el cerebro humano que se engaña a sí mismo para tenerse feliz... a veces la felicidad de una persona no es necesariamente "la felicidad". Existen (tal vez debería decir "existimos" pero en realidad no lo sé) personas que entretienen sus días buscando problemas, tristezas o pesares para tener algo a qué llorarle y algo a qué hecharle la culpa de lo mal que se sienten. Suena tonto pero es como drogarse para tener razones para dejar la droga.
No me hagas caso, lector "inexistente", solamente soy un cerebro más dentro de un cuerpo que, a su vez, éste, logra modificar todo lo que le ordeno.
Tal vez en realidad lo que escribo, hago, digo y dejo de hacer no es lo que quiero sino lo que mi condición humana me permite. Y entonces repito: "no me hagas caso, lector 'inexistente', solamente soy un cerebro más dentro de un cuerpo que, a su vez, éste, logra modificar todo lo que le ordeno".
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