miércoles, 2 de agosto de 2006

De cosas y cosas

No tengo algo en especial qué escribir, pero necesito escribir algo... ¡lo que sea!
Jomi: ¡Estoy vivo, carnal! Ya voy a ir poniendo a enfriar los botes para recibirte como se debe recibir a los recién llegados en la Casa Ké Shingados. ¡Ya tenemos sillón, weee! Prometo pagar el internet para cuando estés aquí.
Jefa Rex: No tengo crédito y por eso no he respondido tus mensajes, pero te quiero mucho... es más... ahorita voy a ir a marcarte.
Jamona: Me da gusto haber hablado... me siento muy bien.
Manu Chao: Pinche vato, te pasas de lanza. ¿Cómo se te ocurre no llevar trombón ni trompeta al concierto, wey? No manches, le quitaste como una cuarta parte del sabor a las canciones... pero bueno, fue un placer haberte visto en vivo y escuchar "Volver, volver" de Chente en tu voz y arreglos.
Sergio: ¿Qué te puedo decir? ¡Eres una nenita! No sabes cómo te extraño y cómo me haces falta. La vida no es tan larga como tal vez nos gustaría que fuese pero creo que es lo suficiente como para esperar encontrarme contigo de nuevo algún día y sufrir de dolores de espalda, de corazón, babas escupidas en las risas y coincidencias tan mágicas como irónicas además de desveladas en mesas de trabajo. Todo puede pasar. Te quiero, cabrón.
Dulce Pushut: Me gustó bailar a un lado tuyo como dos horas y media (sí... sigo presumiendo que fui a ver a Manu Chao en San Diego, ¿y qué?).
Ya terminé El Corazón de Piedra Verde... 826 páginas, nunca creí atreverme a leer tantas hojas juntas. No sé qué digan las críticas expertas en la materia acerca de esta obra pero me mantuvo pegado a sus relatos y eso para mí basta para decir que es muy buen libro. Descubrí una puerta qué abrir cuando no quiero saber nada de nada ni de nadie. Cada que sentía algún sentimiento negativo sólo giraba la perilla y me encerraba en otro mundo donde yo no existía... suena tan poético... je je je... pero es fascinante husmear en la vida de todos esos personajes y que ni se enteren de que uno está allí. Creo que es lo más parecido a mi gran deseo expresado en algún post de hace meses: mirar a los ojos de alguien fijamente sin que sienta invasión a su persona por más de cinco segundos es un placer indescifrable. El hecho de terminar el libro me hizo sentir como un hombre nuevo... fresco... y no tengo explicación para ésto.
En fin... hoy me siento feliz. Invadido no de esa felicidad que te pone hiperactivo y sonriente... creo que eso es más bien "alegría" (prima hermana de la "felicidad"), sino de esta felicidad paciva, reflexiva, honda como una honda respiración o como una mirada hacia el horizonte. Hoy me siento pleno, completo, no siento peso sobre mis hombros (aunque sí un poco sobre mis párpados).
Lo peor de los finales, lo más triste, es el hecho de que existen. Quisiera saber un poco más de Xuchitl, Moteczuma (no lo excribí mal, ¿eh?), de Suárez, de Alonso Manrique, de Calero... pero ya se acabó su tiempo y yo sigo aquí y creo que podré inventarme lo que siguió siendo de sus vidas hasta que llegue otro grupo de personajes a desnudarse la vida para mí. Por cierto, dejé en PAUSE Los Funerales de Mamá Grande... mmmhhh... juar juar juar (risa malévola)...

2 comentarios:

otra marie dijo...

bonito texto... Imagine a Sergio diciendote eso jaja...

saludos renovados *

Anónimo dijo...

Callate weeey!!! Cómo que le quitó sabor?!!!...

Y gracias por esas palabras cabrón...