sábado, 10 de marzo de 2007

Un sábado como cualquier otro

Hoy me levanté tarde. Abrí los ojos porque escuchaba la voz de mi madre hablando, supongo que con mi papá. Me muevo sólo un poco y muy lento para desperezarme los ojos y meter mi dedo índice en mi oreja y sacar un poco de cerilla que dispararé hacia la alfombra. Mi madre se ríe... mi papá le hace segunda y ya es un hecho que no me dejarán retomar mi sueño. -¿Qué horas son?- -Las once, Cacota. ¿Tienes granos? -No sé...- [me volteo para que hurgue en mi espalda]. El relajante masajeo de mis barros con sus dedos en mi espalda me relaja y me sumerge de nuevo en un nirvana que me deja levitando entre el sueño y un sábado como cualquier otro. A ver a qué horas me levanto... no tengo prisa.
Me gusta regresarme en el olvido para acordarme en sueños de mi casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el ideal mio hubiese sido igual, me castra haber amputado parte de mi, y el costo para mi es tenerte lejos... donde vayas te amo!!!