miércoles, 7 de noviembre de 2007

Alien Ansiedad

Sentía algo… las cosas no estaban del todo bien. Una sensación, un sentimiento… algo. ¿Cómo se llama? ¿Qué nombre tiene esto? Tratando de drenarlo mediante las palabras creía que las cosas debían ser encaminadas hacia una depresión, tristeza. Buscando una razón encontré la que podía ser la más obvia: su ausencia. Pero esta explicación no era la que buscaba y al final no lograba drenar nada. No salía la sensación a la luz. No era depresión lo que definía esto. ¿Entonces qué es? ¿Vacío? No… en este momento ni siquiera pensaba en lo pleno o vacío que me encontraba, eso no originaba mi malestar. Estrés… definitivamente me sentía estresado pero cuando estoy estresado me comporto diferente, son otras mis reacciones… no, no es eso. Una sospecha… una palabra aparece detrás de mis ojos y creo que es la que define bien mi sentir. Busco su definición. El Diccionario Psicológico en línea me da la razón. He ahí… ya sé cómo se llama el pinche alien que traigo entre las costillas empujando hacia fuera. Ansiedad. Miedo anticipado a padecer un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de temor o de síntomas somáticos de tensión. Miedo, sí… eso siento al manejar mi carro por las calles. Temor… sí. Esas ideas me poseen. Anoche, como en aquel cómic leído a los 13 años: Mundos en Colisión (muy bueno, por cierto), al caer en mi cama y entrar en lo profundo de mi sueño (casi inmediatamente) despierto en Mexicali. No me veo a mí, no soy espectador en el sueño, son mis ojos los que ven todo. Estoy caminando en la acera oeste en el Blvd. Benito Juárez hacia el Norte, justo enfrente del restaurante China House. Un estruendo en el cielo me hace voltear. Un avión inmenso, supongo que de pasajeros, se desploma a una velocidad increíble en algún punto detrás del restaurante Pampas, muy cerca de donde yo estoy parado. Seguido del sonido del impacto se ve una nube de fuego, humo y polvo elevarse cada vez más alto rápidamente en el cielo. Sigo viendo. Me siento tan aterrorizado como un perro recién atropellado. Pienso de repente en las cientos de personas que están muriendo ahí dentro del avión y me entristezco y siento una gran pena por ellas. No quito la vista de la escena. Un centenar de objetos, entre escombros, rocas y partes de avión, son proyectados hacia donde estoy yo y otros caminantes. Volteo mi cuerpo entero y cierro los ojos apretados. El aire empujado por la explosión me empuja y no siento ningún golpe en el cuerpo… no sé si voltear a ver de nuevo o seguir cubriéndome. Escucho un nuevo estruendo sobre mí y una enorme hoja de yeso con emplaste, parte de la fachada del China House, me cae encima justo sobre el cuello y comienza de alguna forma que no entiendo a estrangularme. Ahora estoy tirado intentando inútilmente safarme de esta situación que me asfixia. Las personas a mi alrededor que se encuentran a salvo me ayudan y logro salir. Estoy confundido, totalmente alterado y asustado. Justo después me encuentro completamente a salvo. Lejos de aquel pasaje. Dentro de una casa que no conozco, mejor dicho en un pasillo trasero fuera de esta casa. Dentro veo a esta muchacha. Conocida para mí. Inexplicablemente soy inquilino en unos cuartos de renta en la parte trasera de su casa. La veo a través de unos enormes vitrales y me doy cuenta de que me gusta mucho. Me llegan recuerdos que no conocía de anteriores desprecios hacia mí. Persiste, aunque más leve, el terror del accidente con el avión y aunado ahora a eso siento el rechazo de este personaje. La desilusión. Me dirijo hacia la calle por un pasillo lateral y al abrir la reja escucho que me llama. -¡Roberto!- Me saltan mis adentros. Volteo con un movimiento tosco, sin mover el cuello, sino el cuerpo entero y la miro. -Cierra bien la reja cuando salgas-. Ahora es profunda tristeza. Esos subires y bajares en el ánimo siempre han sido terribles para mí, torturantes. Me giro de nuevo, salgo y cierro bien la reja. Me despierto después con un salto en mi cama media hora antes de que mi despertador suene. Antes quería estar dormido y escapar. En ese momento no encontraba la esquina dónde esconderme de aquello que sentía. ¿Dónde? ¿Qué oscuro rincón puede ser mi lugar secreto donde no me encuentre esa pinche sensación? Dan las 6:00am y a bañarme para empezar de nuevo.

jueves, 9 de agosto de 2007

El Cristo

Hace unos días murió un compañero de la escuela. Hiba en mi salón en la clase de Pavimentos. Casi no tuve contacto con él. Cuando hiba a ser el tercer parcial de Pavimentos estábamos todos "estudiando" afuera del salón desde los cinco minutos anteriores a la hora del examen hasta como los veinte minutos que llegó tarde el maestro y recuerdo que él se estaba riendo mucho... le divertía mucho, al parecer, la seguridad de reprobar el examen pero se sabía de memoria una de las ciento y tantas preguntas que teníamos como guía para el examen... no recuerdo cuál era. Usaba por lo general la barba crecida. Es curioso... él ya no va a entrar a 9no ni va a hacer sus prácticas profesionales. No va a tener graduación, ni la ceremonia ni la peda posterior en casa de algún graduado. Ya no lo vamos a ver riéndose por ahí con cara traviesa de cabrón. No lo conocí. Dudo que se acordara de mi nombre cuando nos mirábamos en la escuela. No sé qué hacía en las tardes o qué música le gustaba. Aun así le dedico este post a su memoria y a los logros que haya alcanzado en su apenas despegante vida. Hoy le dedico unos minutos a la idea de su persona que aun está fresca en nuestra mente y que algún día desaparecerá para muchos y para otros será un incentivo, tal vez para otros una pesadez en los ojos. Nadie pasa por el mundo sin dejar huella en alguien y El Cristo no fue la excepción. ¨Cristo¨, este post es para tí, adiós y que descances en paz.
La belleza por lo general está a expensas de lo que la mayoría de la gente considere bello. ¿Qué no?

miércoles, 30 de mayo de 2007

Sin título (IV)

Ahora entiendo por qué mi papá nunca usaba playeras. Nunca lo había entendido. Siempre lo miraba con camisa. Camisas de manga larga, camisas de manga corta, camisas como de cuello mao, camisas de cuadros, de rayas, lisas... lo más atrevido de su parte era vestir una playera tipo polo. Ahora entiendo. Tampoco lo ví nunca con tenis. Siempre lo miraba con zapatos, botas, zapatos de salir o de trabajo. Nunca tenis. Ahora entiendo. Cada año que pasa cumplo como tres.

miércoles, 11 de abril de 2007

lunes, 26 de marzo de 2007

El manual nunca escrito acerca de los granos

¿Quién no ha sufrido de barros y espinillas [prefiero llamarlos 'granos'] alguna vez en su vida? Nadie se ha escapado de por lo menos portar uno inmenso en la cara o, peor aún (o... ¿más divertido?) en la espalda. Alrededor de los 13 años la vida me bendijo por primera vez con esa maravillosa edad en la que el cuerpo de piel lisa e infantil comienza a llenarse de espléndidas manifestaciones de transtornos hormonales. Para mi fortuna siempre tuve a mi lado a Cástor Real, mi Sensey, Maestro Jedi, incomparable mentor en la ciencia de la exprimología granial. Me condujo con paciencia por los caminos de habilidades desconocidas hasta convertirme en lo que ahora he llegado a ser. Es por eso que después de un largo recorrido de aprendizajes y enseñanzas he decidido redactar lo que he denominado como...
El Manual Real de los Granos y Similares
1ra Edición (2007)
Disponible también en el idioma inglés con el título
Granial Expriminology for dummies.
1st edition (2007)
BÚSCALO EN PUESTOS DE REVISTAS
EN LA COMPRA DEL PRIMER FACÍCULO PIDE TUS PRIMERAS PINZAS PARA GRANOS (TAMBIÉN LLAMADAS PINZAS PARA CEJA)

sábado, 10 de marzo de 2007

Un sábado como cualquier otro

Hoy me levanté tarde. Abrí los ojos porque escuchaba la voz de mi madre hablando, supongo que con mi papá. Me muevo sólo un poco y muy lento para desperezarme los ojos y meter mi dedo índice en mi oreja y sacar un poco de cerilla que dispararé hacia la alfombra. Mi madre se ríe... mi papá le hace segunda y ya es un hecho que no me dejarán retomar mi sueño. -¿Qué horas son?- -Las once, Cacota. ¿Tienes granos? -No sé...- [me volteo para que hurgue en mi espalda]. El relajante masajeo de mis barros con sus dedos en mi espalda me relaja y me sumerge de nuevo en un nirvana que me deja levitando entre el sueño y un sábado como cualquier otro. A ver a qué horas me levanto... no tengo prisa.
Me gusta regresarme en el olvido para acordarme en sueños de mi casa.
Vamos a la Luna en un pegaso. Ya no quiero pensar. Vámonos a Marte montados en un ave. Corre hacia ese arcoiris que te llevará hasta las nubes. Dicen que allá todo es diferente. Dicen que ni te das cuenta que llegaste... o que no te irás. Si no quieres acompañarme no me importa, ni siquiera quiero voltear a verte decir "no". Solo comienzo a caminar a él... mírame, no daré ni un paso atrás, no veré lo que dejo ni me lamentaré. Yo me largo. ¡Vámonos! Agarra impulso y arranca. Y si en el camino arranco mis piernas, si suelto mis brazos de mis hombros y me deshago, no me grites, no me alertes, no quieras hacer nada. Sólo mira cómo me libero y piensa lo que se te ocurra pensar de mí y de lo que será de mí [o no será]. Llegando otra cosa será... lo que sea será diferente.

jueves, 1 de marzo de 2007

Vine a verte

Como una doble vida... como si fuera un estafador. Tal me parece que no soy sincero con nadie. A penas comienzo a acomodarme en los moldes de plata y oro cuando recuerdo y volteo hacia mi otro lado donde mi soledad está tan sola esperándome. Casi creo que extiende sus brazos hacia mi. Y no puedo más... repentinamente me siento atrapado en plata y oro. Cuando al fin me safo corro hacia aquellos brazos que me llaman con ansias y al estar cerca siento su abrazo y escucho sus sollozos y entonces me vence la nostalgia y me ahogo en mieles que solo la soledad puede vomitar. ¿Qué tienes, chiquita? ¿Me extrañaste? Perdón por dejarte, ojalá que no me guardes rencor. Pero qué dices... si siempre te recibo con las mismas ansias y siempre te lloro y te abrazo para llenar de tu olor y tu presencia los días de ivernación. Vete cuantas veces te dé la gana, ingrato, siempre voy a estar esperándote donde tú me dejes.
No me hubieras dejado esa noche
porque esa misma noche encontré un amor.
Parecía que estaba esperando
tu momento de partir.
Parecía haber observado
mis momentos junto a ti.
No me hubieras dejado esa noche
porque esa misma noche encontré un amor.
Me abrazó el instante mismo
que tú me dijiste adiós
y no fue una gran tristeza,
fue como ir de menor a mayor.
Tu regreso había esperado,
más te veía muy feliz,
en los brazos de tu amada
te olvidaste tú de mí.
Más ahora que recuerdas
a mis brazos vuelve ya.
Seré por siempre tu amante,
tu novia: la soledad.
Y si alguna vez regresas
con aquélla que te amó
sabes no será lo mismo
pues también me conoció.
No me hubieras dejado esa noche
porque esa misma noche encontré un amor.

jueves, 22 de febrero de 2007

viernes, 19 de enero de 2007

Fantasía no-sexual

Eran las diez de la noche y sentí la maldita ansiedad por otro cigarro. Ver la cajetilla hecha bola con el puño de mi mano tirada junto al bote de basura de la cocina me irritaba más el ansia y desidí mandar al diablo mi fuerza de voluntad, demotrando, así, su total ausencia. Caminando a la esquina sentí el temblor en mis manos. Necesito ese cigarro. Qué sorpresa verte a mitad de la cuadra... parada ahí, recargada en aquel muro, como distraída con la luna. Fumando, suspirando, perdida en tus pensamientos. No sé si desaparecieron los temblores de mis manos pero me distrajo el retumbar de mi pecho. ¿Llamarte? ¿Qué podría decirte? Y paso de largo aquella escena intentando enfocarme en la ansiedad por el cigarrillo y los temblores de mis manos. Unos pasos más... unos cuantos metros y ya estoy frente al mostrador del abarrotes.
-Me da unos Delicados con filtro, por favor.
Sólo quince pesos para quitarme esta ansiedad y menos de quince pasos para sentir esta otra al verte, parada ahí, recargada aun en aquel muro, como intentando que te escuche los pensdamientos tu luna querida. Unos ligeros golpecitos en mis bolsillos buscando mi encendedor... ¡maldita sea! No lo traigo. ¿Qué me asusta más? ¿Continuar sin fumar hasta llegar a mi casa o hablarte para pedirte fuego?
Cambio ligeramente el ángulo de mi dirección hacia donde tú estás, me acerco y ya me notaste. Me miras como extra­ñada pero sin gran sorpresa. Te veo a través del humo que escupes después de una gran inhalada. Te pido fuego y tú me acercas sin decir media palabra el cigarro encendido a medio fumar. Hago lo propio y te pregunto tu nombre. -Isajav- me dices. Te digo el mío, Alejandro. No prestas mucha atención. Como que quieres seguir con tu conversación lunar y yo lo noto. No quise tener el atrevimiento de interrumpirlas. Hasta pronto Isajav... ya eres mi mejor motivo para no dejar el hábito de fumar.