Con el volumen habitual de las bocinas de mi carro sólo me escuchaba a mí mismo cantando la voz de Willy. No pude hacer otra cosa que cantar más fuerte y reir.
Rara vez sucede pero hoy fue una de esas veces. Hay días en que el mundo detrás de mis ojos y el mundo frente a mis ojos se confabulan para ofrecerme pequeños regalos.
Decidí fingir que creía que lo que sucedía no era real y que divagaba talvez en un sueño profundo creyendo estar despierto y manejando hacia mi escuela después de mi clase de Inglés.
Tal vez no lo recuerdo pero justo después de la clase de Inglés, probablemente al bajar las escaleras como todos los días, el tedio y la sincronía de lo rutinario me hundió en un letargo. Caí dormido mientras caminaba escaleras abajo y hacia mi carro, no caí, no cerré los ojos, no escurría baba por mi boca. Mi cuerpo se durmió al ritmo de mis propios pasos y supo arreglárselas para llevarme directo a mi casa donde estacionó el auto en el patio y, una vez adentro, me lanzó como saco de papas a la cama. Donde continué aun soñando que mi día transcurría y asistía a mis clases, que manejaba por la carretera rumbo a la UABC y que todo estaba lleno de neblina con una tenue luz gris del sol y ni siquiera el mar se alcanzaba a ver; que casi llegando a la uni vi un choque horrible de un Jetta gris, que se hizo de noche y que hasta escribía un post en mi blog que titulé "Un día en sueño".
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