lunes, 13 de noviembre de 2006

Lo que viene y va con la marea

Lo que la marea se llevó hace un tiempo vuelve. Quejas, molestias, depresiones y demás porquería pesimista. El enojo, frustración, tristeza. El encierro en tiempo y espacio.
En la mente una canción que no va tomando forma sino que sólo repite una y otra vez el mismo pedazo.
De nuevo se siente la ausencia en la casa número 1651 de la Ave. Carroceros. De nuevo la negación por el transcurso de los días, la negación por el destino y por la forma en que las cosas se van acomodando.
Viejos rencores asoman para recordarme que no han muerto sino que no los he volteado a ver.
Y la necesidad de existir fuera de este mundo un instante.
Y el deseo de no ser visto ni conocido.
Mi fantasma volvió a mi y yo no quiero que se quede. Quiero que recorra el mundo de lo intangible e inimaginable. Donde nada existe en realidad pero todo es lo que yo quiero que sea.
Y si todo no es nada... recuerdo que sólo estoy imaginando que existo donde no existo.
Cantar hasta que me explote la garganta y reir hasta que el llanto se transforme en tristeza. Vivir hasta que se vuelva necesario morir. Jalar de la cuerda más que nunca y correr. Vivir en un sueño con el entero conocimiento de que así es. No vivir y, así, mejor vivir. O vivir, talvez, sin la seriedad que una vida conlleva. Volverme loco y extasiarme con placeres inexplicables.
Parecen solo contradicciones poéticas o románticas. Tal vez lo sean. Pues bien... hoy así son mis ideas.

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