Si la vida fuera fácil ya hubiera terminado. Lo fácil aburre y suele abandonarse. Error sin marcha atrás es el abandono. Siempre hacia adelante... siempre.
Quisiera escribir y dejar vestigios gusrdados para el que se interesara de cada idea que pasa por detrás de mis ojos (parece que ya encontré la forma). ¿Alguien querría verlas? Me pregunto si serán imágenes o palabras. ¿Qué dirían mis ideas si dejaran de depender de mi boca cinco minutos? Mejor aún... ¿qué tal si las dejo libres un día entero? Llegarían más lejos, diez veces más... mil veces más que la distancia que mis ojos les restringe.
Estoy seguro de que no regresarían al término de esas veinticuatro horas. Algunas quedarían presas por cometer actos ilegales, otras se irían a Asia a ayudar a los damnificados de qué sé yo qué desastre natural. Alguna no podría levantar un sólo dedo de lo drogada que estubiera. Algunas arrancarían en grupo, unas a pie, otras en autobús o de raite a Ensenada a hacer cosas diferentes. No les vería la cara hasta que me extrañaran y yo sé que después de tanto encierro no querrían verme nunca.
Tal vez, por nostalgia o curiosidad, algunas me buscarían dentro de varios años. Las vería a cada una hecha algo diferente, la mayoría con una barba crecida hasta el pecho por el sólo deseo de sentirse libre o por evitar la indeseada irritación que produce una afeitada. Me encontraría con un grupo muy vaiado de personalidades: músicos, ingenieros, psicópatas, asesinos, violadores, papi-chulos, fresas, maricas, hipócritas, gente de fé, perdedores, vagos, depravados, tímidos, presumidos, reservados, suicidas, depresivos, furiosos, activos, huevones, chiqiuados, duros, amorosos, secos, callados, extrovertidos, "caime-bien", todos con muchas ganas de ser lo que son.
Habría uno con tatuajes en la piel y aretes a morir. Habría aquél que no tomara nunca una mala desición.
Entre éllos se contarán (los que puedan entablar conversación sin partirse a madrazos) de aquél que decidió solamente tener alas y volar y volar y volar. Sóo eso. Ver las cosas pasar a los lados en velocidades que provocan sólo ver líneas réctas horizontales paralelas. Sentir el aire en la cara y subir hasta donde todo es cielo y cerrar los ojos y planear y planear y planear un largo rato hasta que llegue la noche y descansar donde hayan caído los pies al bajar. A él lo buscaré hasta encontrarlo para que me enseñe a hacerlo.
Cada quien decide su destino y no hay ojo crítico para los planes ajenos.
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