Ver al Sol en el cielo y sentir su calor aun cuando está tan y tan lejos y saber que da vida a las cosas.
La interacción entre unos y otros. Las cosas que nos relacionan con cada elemento a nuestro alrededor y que ni tenemos en cuenta. Los vínculos emocionales que se crean y que nos unen o nos separan. Invisibles e intangibles pero tan reales que nos mantienen juntos o distantes (porque aun una distancia decidida me vincula con lo que deseo lejos).
El tiempo, que en realidad no existe. Darse cuenta de que no existe el pasado ni el futuro. Más increíble aun, saber que el presente es tan efímero como el agua que fluye en un arroyo y que cuando te das cuenta el presente ya pasó y ya no existe.
Que una gota de lluvia caiga en tu cabeza después de que sus partículas recorrieron tal vez el mundo entero para precipitarse, de entre todo el espacio existente, justo sobre ti. La cantidad de cosas que tuvieron que pasar para que ese día, a esa hora, en ese lugar eso pasara cuando tú pasabas por ese punto...
Ser testigo de la entrada de la corriente del Río Colorado en la ciénega de Santa Clara. Una masa de agua sin principio ni fin se desborda hacia nosotros con una velocidad que asusta y, sin embargo, emboba, hipnotiza.
La vida, toda la vida que hay en todos lados. La cantidad de porquerías que es capaz de resistir la vida sin morir.
La interminable tendencia hacia el equilibrio natural me hace pensar que no hay cosas buenas ni malas... ni siquiera las hay "más o menos". Todo simple y llanamente se limita a ser. Ser... sin adjetivos ni cabida a malinterpretaciones... las cosas, la vida, el tiempo, la gente, las sociedades, los sistemas municipales de recolección de desechos sólidos, los días de asueto, los padres que abandonan a sus hijos, los padres que malcrían a sus hijos, los tsunamis, terremotos, los empleos, las economías, los gobiernos... todo se dedica a ser como el resto de las cosas le permite ser.
Todos los días pasan cosas increíbles que por la cotidianidad se vuelven creíbles.