lunes, 26 de marzo de 2007

El manual nunca escrito acerca de los granos

¿Quién no ha sufrido de barros y espinillas [prefiero llamarlos 'granos'] alguna vez en su vida? Nadie se ha escapado de por lo menos portar uno inmenso en la cara o, peor aún (o... ¿más divertido?) en la espalda. Alrededor de los 13 años la vida me bendijo por primera vez con esa maravillosa edad en la que el cuerpo de piel lisa e infantil comienza a llenarse de espléndidas manifestaciones de transtornos hormonales. Para mi fortuna siempre tuve a mi lado a Cástor Real, mi Sensey, Maestro Jedi, incomparable mentor en la ciencia de la exprimología granial. Me condujo con paciencia por los caminos de habilidades desconocidas hasta convertirme en lo que ahora he llegado a ser. Es por eso que después de un largo recorrido de aprendizajes y enseñanzas he decidido redactar lo que he denominado como...
El Manual Real de los Granos y Similares
1ra Edición (2007)
Disponible también en el idioma inglés con el título
Granial Expriminology for dummies.
1st edition (2007)
BÚSCALO EN PUESTOS DE REVISTAS
EN LA COMPRA DEL PRIMER FACÍCULO PIDE TUS PRIMERAS PINZAS PARA GRANOS (TAMBIÉN LLAMADAS PINZAS PARA CEJA)

sábado, 10 de marzo de 2007

Un sábado como cualquier otro

Hoy me levanté tarde. Abrí los ojos porque escuchaba la voz de mi madre hablando, supongo que con mi papá. Me muevo sólo un poco y muy lento para desperezarme los ojos y meter mi dedo índice en mi oreja y sacar un poco de cerilla que dispararé hacia la alfombra. Mi madre se ríe... mi papá le hace segunda y ya es un hecho que no me dejarán retomar mi sueño. -¿Qué horas son?- -Las once, Cacota. ¿Tienes granos? -No sé...- [me volteo para que hurgue en mi espalda]. El relajante masajeo de mis barros con sus dedos en mi espalda me relaja y me sumerge de nuevo en un nirvana que me deja levitando entre el sueño y un sábado como cualquier otro. A ver a qué horas me levanto... no tengo prisa.
Me gusta regresarme en el olvido para acordarme en sueños de mi casa.
Vamos a la Luna en un pegaso. Ya no quiero pensar. Vámonos a Marte montados en un ave. Corre hacia ese arcoiris que te llevará hasta las nubes. Dicen que allá todo es diferente. Dicen que ni te das cuenta que llegaste... o que no te irás. Si no quieres acompañarme no me importa, ni siquiera quiero voltear a verte decir "no". Solo comienzo a caminar a él... mírame, no daré ni un paso atrás, no veré lo que dejo ni me lamentaré. Yo me largo. ¡Vámonos! Agarra impulso y arranca. Y si en el camino arranco mis piernas, si suelto mis brazos de mis hombros y me deshago, no me grites, no me alertes, no quieras hacer nada. Sólo mira cómo me libero y piensa lo que se te ocurra pensar de mí y de lo que será de mí [o no será]. Llegando otra cosa será... lo que sea será diferente.

jueves, 1 de marzo de 2007

Vine a verte

Como una doble vida... como si fuera un estafador. Tal me parece que no soy sincero con nadie. A penas comienzo a acomodarme en los moldes de plata y oro cuando recuerdo y volteo hacia mi otro lado donde mi soledad está tan sola esperándome. Casi creo que extiende sus brazos hacia mi. Y no puedo más... repentinamente me siento atrapado en plata y oro. Cuando al fin me safo corro hacia aquellos brazos que me llaman con ansias y al estar cerca siento su abrazo y escucho sus sollozos y entonces me vence la nostalgia y me ahogo en mieles que solo la soledad puede vomitar. ¿Qué tienes, chiquita? ¿Me extrañaste? Perdón por dejarte, ojalá que no me guardes rencor. Pero qué dices... si siempre te recibo con las mismas ansias y siempre te lloro y te abrazo para llenar de tu olor y tu presencia los días de ivernación. Vete cuantas veces te dé la gana, ingrato, siempre voy a estar esperándote donde tú me dejes.
No me hubieras dejado esa noche
porque esa misma noche encontré un amor.
Parecía que estaba esperando
tu momento de partir.
Parecía haber observado
mis momentos junto a ti.
No me hubieras dejado esa noche
porque esa misma noche encontré un amor.
Me abrazó el instante mismo
que tú me dijiste adiós
y no fue una gran tristeza,
fue como ir de menor a mayor.
Tu regreso había esperado,
más te veía muy feliz,
en los brazos de tu amada
te olvidaste tú de mí.
Más ahora que recuerdas
a mis brazos vuelve ya.
Seré por siempre tu amante,
tu novia: la soledad.
Y si alguna vez regresas
con aquélla que te amó
sabes no será lo mismo
pues también me conoció.
No me hubieras dejado esa noche
porque esa misma noche encontré un amor.